Escondido en lo alto de unas colinas con espectaculares vistas aéreas, San Ignacio es un centro que alberga algunas de las mentes más brillantes del país y filántropos. Fue y es el hogar de jóvenes que se empeñan en ser mujeres y hombres para los demás.
El Colegio, es una institución propiedad de los jesuitas que se nutre de la excelencia y presume de ser uno de los colegios más prestigiosos de Zimbabue con un lucrativo historial de destreza tanto en las actividades académicas como en las co-curriculares. No es una escuela más, sino un molde. Forma, construye un estudiante completo que puede ser un líder y un miembro prototípico de la sociedad. Los ex alumnos del Colegio son prueba suficiente de que el Hilltop no es un lugar sino que produce personas ingeniosas y con mentalidad de éxito.
La Escuela respira el espíritu "ignaciano". Dicen que "una vez ignaciano, siempre ignaciano". Pero, ¿qué es un ignaciano? Un ignaciano es cualquier estudiante o producto del Colegio actual o pasado que se inspira en las enseñanzas y principios de San Ignacio de Loyola fundador de los Padres Jesuitas. Esto se anima en lo que se llama Espiritualidad Ignaciana. La belleza del espíritu ignaciano es que se extiende a los "Magis" que van y encienden el mundo. En esto radica la belleza de ser ignaciano porque hay testimonio y testimonio de las amistades forjadas entre extraños que duran toda la vida porque ¡ser ignaciano es justo pero contagioso!
Es, pues, un privilegio ser y testimoniar ser ignaciano porque se forma parte de amistades que florecen en hermandad. No hay nada como presenciar la muestra de afecto y unidad entre los alumnos cuando juegan los equipos del colegio. No hay nada como el ambiente que te maravilla y te arrastra el alma hasta que fluyes con él. Acércate al vestíbulo del colegio y encontrarás al equipo de marimba perfeccionando el tempo de sus vibraciones, date un paseo hasta la sala de música y la banda de jazz te hipnotizará de la misma manera.
Pregunta a cualquiera que haya formado parte de la multitud ignaciana en algún momento y te dirá que ser ignaciano es algo que un diccionario no puede definir. Y mucho menos un domingo, ir a misa y estar allí en la capilla aporta una encantadora comunión espiritual que hace que uno se sienta parte de una gran familia extendida.
¡Es un viaje de ser Reyes Magos, donde los recuerdos y las experiencias vividas de los alumnos del pasado y del presente hacen marcas indelebles de excelencia en un individuo dotado de conciencia, compasión, competencia y compromiso!